Este libro de Simon Sinek, uno de los favoritos de los líderes hoy, traza la ruta para que los negocios sean exitosos a largo plazo y redefine el éxito empresarial. Aquí una reseña de sus principales mensajes.

Leer The Infinite Game, de Simon Sinek, es una experiencia transformadora. Además de exponer de forma detallada, clara y precisa su visión del liderazgo aplicado a modelos de negocio revolucionarios, es un instructivo para resignificar el éxito en la empresa y en la carrera profesional.

La premisa es simple: en la vida hay juegos finitos, como un partido de ajedrez o de fútbol, en los que hay un ganador y un perdedor; y otros infinitos, como el matrimonio, la amistad y los negocios. ¿Por qué? Porque no existe un premio a la mejor esposa universal, una copa mundial de los amigos, ni un trofeo al CEO número 1 de la historia.

En los juegos infinitos no hay un final. El propósito, justamente, es continuar jugando y que el matrimonio dure y sea feliz, la amistad permanezca y las compañías sean resilientes.

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Sinek, por supuesto, se centra en el mundo de los negocios y, paso a paso, nos va llevando a cambiar nuestra mentalidad finita por una infinita. Y no es fácil. Tenemos décadas acumuladas de aprendizaje tradicional sobre los negocios: el éxito se mide por los números, por derrotar a la competencia o por ser el número 1 en lo que sea.

Esa mentalidad, carente de cuidado por los otros, por el ambiente y por el futuro, parece no estar dando resultado: “En los años 50 la vida promedio de una compañía era de más de 60 años. Hoy es de menos de 20 años”, asegura Sinek. Algo estamos haciendo mal.

“En los años 50 la vida promedio de una compañía era de más de 60 años. Hoy es de menos de 20 años” - The Infinite Game

The Infinite Game nos invita, a través de ejemplos concretos de grandes compañías que llegaron a la cima para luego estrellarse estrepitosamente contra el suelo, a entender que en el juego infinito el éxito se ve muy distinto, y tiene que ver con el valor que le agregamos al mundo y con el legado que dejamos a las próximas generaciones.

Pero antes de continuar, te invito a revisar esta tabla comparativa para que analices las diferencias entre un juego finito y uno infinito:

Tabla comparativa: juego finito vs. juego infinito

En este punto, probablemente estás calculando qué tan finita es tu mentalidad o la de tu empresa y seguramente estás preocupada (tranquila, a mí también me pasó). Si bien dar el salto hacia el infinito lleva tiempo y esfuerzo, te dejo las 5 lecciones más representativas que me dejó The Infinite Game. No es una fórmula mágica, pero sí un primer gran paso.

1. El propósito es seguir jugando, no ganar

“En el juego infinito no hay eventos, hay trayectos”, dice Simon Sinek en su libro. Y es una gran frase para describir lo que ocurre en muchas organizaciones hoy, que centran su mirada en cumplir los objetivos para el mes, el cuarto o el año. Y claro, en las empresas con mentalidad infinita también hay metas trazadas en el tiempo. Son necesarias.

Sin embargo, el líder de un juego infinito también se asegura de que esos pequeños objetivos a corto y mediano plazo sean herramientas para labrar el camino hacia la visión de la compañía a largo plazo.

Justamente, ese concepto de liderazgo es uno de los rasgos que define al juego infinito, pues una compañía con esa visión requiere mucho más que recursos, buen diseño de producto y marketing para triunfar. Necesita una cabeza que guíe al equipo hacia el futuro y que impida que lo urgente le quite espacio a lo importante.

2. El primer paso: identificar una justa causa

¿Y cómo consiguen los líderes infinitos esa visión de futuro que les da estructura a las acciones del presente? A través de la definición de una causa justa. Es decir, un propósito que nos da una imagen de futuro, de lo que podemos construir, cambiar y crear a largo plazo, y que une e inspira a todos los miembros de una compañía.

Y ojo, en la causa justa no hay números ni frases como “ser el mejor” o “crecer al 200%”, y tampoco se puede confundir con la responsabilidad social corporativa.

En el caso de Disney World, explica Sinek, la causa justa que unía a todos los que hicieron posible este proyecto es: “Te vas del hoy… y entras en un mundo del mañana y el ayer”. Su justa causa es transportar a los visitantes del parque a un espacio donde las preocupaciones desaparecen y donde tanto niños como adultos pueden vivir sus sueños.

Tener una justa causa bien estructurada (Simon Sinek recomienda escribirla y tenerla siempre a la mano) fortalece la voluntad de los equipos. Es por esa causa inspiradora que muchos están dispuestos a hacer sacrificios y a dar lo mejor de sí mismos en su trabajo, pues están motivados por algo mucho más grande que el dinero.

3. Un grupo de personas que trabajan juntas vs. un grupo de personas que confían las unas en la otras

Hay una regla de oro en el juego infinito: para construir equipos de alto rendimiento, la confianza debe venir antes que el performance.

Y aquí sí que fallamos. Muchos líderes impulsan la competencia entre los miembros de sus equipos porque ven que, a corto plazo, funciona: las cifras se elevan. Pero también pueden aumentar los comportamientos tóxicos y poco éticos, bajo compromiso con la compañía, empleados infelices que no dan lo mejor de sí mismo, entre muchas otras cosas.

A largo plazo, fomentar culturas en las que los miembros de un equipo se sienten solos, en competencia constante y rodeados de enemigos termina en desastre.

El antídoto consiste en fomentar la confianza. “Y la confianza es un sentimiento. Tenemos que sentirnos a salvo siendo vulnerables”, dice Sinek. Para algunos, esto puede sonar a frase de libro de autosuperación, pero está demostrado que hay una estrecha relación entre la confianza y el desempeño de las compañías  (este estudio de los profesores Robin J. Ely y Debra Meyerson lo comprueba).

4. No se trata de ser el mejor, sino de mejorar constantemente

En el mundo corporativo hay una presión por ser el mejor. Y esa presión se alimenta del miedo: el miedo a perder mi trabajo si no cumplo las metas este mes, el miedo a ser humillada si me equivoco, el miedo a perder el estatus de ganador…

Y el miedo también lleva a las personas a cometer acciones poco éticas para cumplir con objetivos que se salen de lo “humanamente” posible. Y eso no quiere decir que la persona sea mala. Son personas buenas que hacen cosas malas impulsadas por culturas con mentalidades finitas (“no me importa el cómo lo hagas, me importa el resultado”).


Normalmente, estos fenómenos de desvanecimiento ético, como los bautizó Sinek, empiezan con pequeñas acciones que van creciendo con el tiempo y se convierten en cadenas de comportamiento, promovidas por organizaciones que se centran en sus targets mensuales y que premian a quienes alcanzan los números y castigan a los que no.

Nuevamente, la estrategia puede resultar efectiva a corto plazo, pero lo más probable es que termine en un escándalo mediático o en la desacreditación frente a los consumidores, que cada vez son más conscientes de la importancia de apoyar empresas responsables y conscientes.

5. En el juego infinito no hay competidores, hay rivales dignos

En los Laureus Sports Awards de 2018, Roger Federer se llevó el trofeo a mejor deportista del año y, sorprendentemente, le dedicó su discurso a su principal rival: Rafael Nadal. “Gracias a mi rival, Rafa. Quería darle un saludo. Él mismo tuvo un año increíble. Tuvimos una gran batalla y es gracias a un tipo como él que creo que soy un mejor jugador. Es un jugador increíble, un amigo increíble y un atleta increíble".

Los rivales dignos también pueden ser amigos. Aquí un ejemplo.

Esa es la definición del digno rival: una persona que nos ayuda a convertirnos en mejores jugadores porque nos inspira al hacer las cosas mejor o igual que nosotros.

Por lo tanto, no estamos jugando en contra de alguien, como sí ocurre en los juegos finitos, en los que hay competidores a los que ganarles.

Y ganar en muchas ocasiones se convierte en una obsesión (Sinek suele hacer referencia a la obsesión que tuvo Microsoft por Apple en una época). El problema es que cuando esto ocurre hay un alto riesgo de pasar por encima de la ética.