Desaprender seguro es un término que suena interesante, y en el que hay una extensa bibliografía de artículos y desarrollos que sustentan que para ser buenos aprendedores tenemos que ser buenos desaprendedores.

Esta premisa no es falsa. Sin embargo, desaprender es un término que puede ser inexacto a la hora de describir el proceso que verdaderamente ocurre en nuestros cerebros y además, crea una expectativa falsa o por lo menos muy difícil de alcanzar, que puede volverse frustrante a largo plazo.

Un grupo de investigación liderado por el Doctor en Psicología Ignacio Etchebarne, propone un término superador.

Te damos la bienvenida al contraaprendizaje.

Vamos a empezar por un ejemplo bien gráfico: uno de los mejores ejemplos prácticos de este concepto puede verse en este experimento que hizo Smarter Every Day con su bicicleta invertida (a esta altura, un clásico de Youtube, si no lo viste, abandona ya este artículo y dale click, nos vemos después).

¿Ya volviste? Genial.

Por si no tuviste tiempo para verlo, va un resumen rápido:

Destin Sandlin, youtuber dedicado al conocimiento, recibió un regalo-broma de un amigo ingeniero: una bici modificada para que doblara a la izquierda cuando se gira el manubrio hacia la derecha y viceversa.

Resultaba completamente imposible de hacer andar, pero tras varios meses de práctica, el youtuber logró poder usarla como una bici normal. A todas sus charlas llevaba la bicicleta para hacérselas probar a su público, pidiéndoles que anduvieran unos escasos metros, y ninguno pudo. Ni siquiera una vuelta de pedal.

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Ahora un plot twist muy interesante: cuando Destin quiso volver a andar en una bicicleta tradicional, notó que le resultaba imposible. ¿Había su cerebro desaprendido cómo usar una bicicleta común? La respuesta es… no. Le costó, pero tras unos 20 minutos arduos para recobrar el antiguo camino neuronal anterior pudo pedalear normalmente otra vez.

En conclusión: un “neural pathway” no se elimina nunca de nuestra cabeza. Pero puede reemplazarse por uno nuevo. No tenemos la capacidad de presionar “delete” y vaciar nuestra papelera aprendedora. Lo importante es a cuál de los dos caminos nuestro cerebro acude por default a la hora de ejecutar.

Contraaprender vs. Desaprender.

El principal punto sobre desaprender, es que se trata de intentar el arduo proceso de eliminar de nuestros circuitos neuronales algo previamente aprendido. Y esto no juega con las ventajas de nuestra biología.

"La neurociencia nos ha enseñado que es muy difícil que el cerebro desaprenda algo" dice Etchebarne.

“Desde una perspectiva cerebral, el aprendizaje requiere el establecimiento y fortalecimiento de nuevas conexiones entre las neuronas. Para el cerebro, es muy fácil crear nuevas conexiones y formar nuevos circuitos neuronales de neuronas que se activan simultáneamente”.

Contraaprender consiste en crear un nuevo camino neuronal, al principio débil, que poco a poco, reemplazará al anterior, hasta dejarlo obsoleto. No quiere decir que desaparezca del todo: la frase “old habits die hard” sigue siendo cierta y no es nada infrecuente que personas y equipos en distintas etapas de la curva de aprendizaje retomen viejos hábitos que creían desaprendidos, ya sea por frustración, inseguridad, y más razones.

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Sin embargo, con paciencia, criterio, revisión y sobre todo práctica inteligente, es posible lograr establecer firmemente el camino nuevo.

Ahora atención, aprendedor intrépido: decimos práctica inteligente porque es una parte crucial y delicada de un buen aprendizaje. Si quieres poner a prueba tus habilidades contraaprendedoras, ya puedes intentar contraaprender este dicho de que “la práctica hace al maestro”.

Si practicas obsesivamente algo que está basado en los fundamentos incorrectos, entonces sólo estás consolidando más y más algo que te resultará cada vez más difícil de contraaprender. Por eso, el proceso de caminar una curva de aprendizaje, con todos sus vértigos, alegrías y frustraciones, tiene que ser hecho con cuidado, refuerzo y revisión periódica. Esto es cierto tanto para el swing de una raqueta de tenis como para la manera en que una organización entera se adapta a un framework de trabajo.

En las empresas, ejemplos de contraaprendizajes modernos son el progresivo abandono de formas tradicionales de planificar y crear estrategias basadas en el uso de tarjetas de puntuación equilibrada (o BSC), diagramas de Gantt, el método de cascada e indicadores clave de rendimiento (o KPI), y su progresivo reemplazo por metodologías como Objetivos y Resultados Clave (OKR) y métodos ágiles como el desarrollo Lean, Scrum y Design Thinking.

También el estilo de liderazgo centrado en la eficiencia y el fixed mindset están en jaque contraaprendedor, para ser reemplazados por un estilo de liderazgo ágil con una mentalidad de crecimiento (más en nuestro artículo al respecto). También es el abandono del trabajo dentro de estructuras formalizadas verticales sustituidas por estructuras horizontales y dinámicas, pasando de un enfoque en proyectos a un enfoque centrado en el cliente.

Cambiar es difícil ¿para qué mentir?

Y cambiar algo que aprendimos creyendo que era inobjetable es muy difícil. No es sólo una cuestión neurocientífica: eso sólo explica parte del problema. La predisposición ante el cambio es crucial, y nuestra condición humana no tiene la mejor percepción del riesgo/recompensa que el cambio ofrece. Agiganta los riesgos, y empequeñece las recompensas, por más enormes que sean. Por eso es tan difícil, por ejemplo, ponerse en forma para mucha gente, y cambiar culturas de trabajo tradicionales es casi imposible para muchas industrias.

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Ambos, aún sabiendo exactamente en qué cambiar y los beneficios inmediatos que otorgaría ese cambio, se refugian en el viejo hábito.

Adicionalmente, como concluyeron Phillippa Lally y colegas del Cancer Research UK Health Behaviour Research Centre, no todos los hábitos se contraaprenden igual: decirnos debo tomar un vaso de agua más todos los días, no es lo mismo que decir “voy a el estilo de liderazgo de esta organización”. Cuanto más complejo el camino neuronal requerido para algo, más complejo es el nuevo que hay que construir, y más factores sopesan en su formación. Y eso que estamos hablando a nivel individual; cuando el cambio se requiere a nivel organizacional, la dificultad se multiplica por cada integrante. Pero también se multiplican las recompensas.

Contraaprender y cambiar están íntegramente relacionados y lo que aprendimos previamente, no está para ser desechado y avergonzarnos de ello. Está para permanecer en nuestra biblioteca de información que alguna vez fue útil, y permitirnos reflexionar sobre lo bueno de haber cambiado, como refuerzo positivo del aprendizaje hecho.

“Algo muerto se distingue de algo vivo por la multiplicidad de los cambios que le suceden en cualquier momento dado”.

Cerramos este artículo con esta reflexión cruda pero cierta del filósofo Herbert Spencer.

¡Que comience el contraaprendizaje!