La positividad tóxica es una tendencia que se ha vuelto cada vez más popular en los últimos años. Esta idea se basa en la creencia de que la única forma de ser feliz es mantener una actitud positiva constante. Sin embargo, mantenernos firmes y convencidos ante una situación adversa no es algo necesariamente malo.

El problema surge cuando, a través de la perseverancia en la positividad, se ignora completamente la realidad. Al hacer esto, los problemas solo empeoran.

De hecho, la positividad tóxica puede ser incluso peor que la negatividad, ya que la negatividad al menos no esconde sus intenciones.

Si las cosas van mal en una compañía o equipo, ¿por qué intentar decorar las circunstancias con frases como “todo va a estar bien” que no convencen a nadie y reducen la confiabilidad?

Si una persona confiable del equipo expresa su descontento o bloqueo con una situación, ¿de qué servirá decirle que “solo está siendo negativa”?

La positividad tóxica puede estar disfrazando, detrás de todas esas frases del estilo “mantén la frente en alto”, “es solo un tropiezo, levántate” y “ya está, sonríe”, una carencia total de empatía por una situación adversa que alguien está viviendo.

Para superar una frustración es importante dar espacio para sentirse frustrado

Lo mismo sucede con la ira o la tristeza. Si nos encontramos en una cultura laboral que reprime estas sensaciones solo por el hecho de asociarlas con la negatividad, entonces nadie sentirá validadas sus emociones y por consiguiente no podremos lidiar con ellas adecuadamente para encontrar una solución a la situación y una mejora sostenible.

Lo que solo lleva a más sufrimiento, como dice Mahmoud Khedr, pionero de la implementación de programas de la salud mental en las escuelas:

¿Qué ocurre cuando nos encontramos en un ambiente de positividad tóxica?

Aumenta el estrés, baja la interconexión entre miembros y disminuye la empatía. Es decir, cuando la positividad se impone de manera forzada, se pierde la oportunidad de conectar con otros de manera auténtica.

Por ello, es importante aprender a reconocer las frases y actitudes que esconden positividad tóxica para poder reemplazarlas por un lenguaje más empático y comprensivo.

Algunos ejemplos de esto incluyen:

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De "Siempre hay alguien que lo tiene peor que tú" a "Entiendo por qué estás molesto/a por eso".
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En lugar de minimizar el problema de alguien, es importante mostrar comprensión por sus sentimientos.
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De "No llegarás a ningún lado hablando así" a "Parece que esto te está molestando de verdad".
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En lugar de juzgar a alguien por su actitud, es importante reconocer su malestar y ofrecer ayuda.
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De "Esto debería ser fácil para ti" a "Está bien tener un día difícil o pedir ayuda".
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En lugar de presionar a alguien para que mantenga una actitud positiva constante, es importante aceptar que todos podemos tener momentos difíciles y necesitar ayuda.

Desde el punto de vista del liderazgo, 3 claves podrán ayudar a la empresa a evitar crear un ambiente emocionalmente tóxico.

Fomentar la comunicación abierta y honesta: En lugar de reprimir las emociones negativas, las empresas deberían fomentar la comunicación entre los empleados. Esto significa crear un ambiente seguro donde los empleados se sientan cómodos compartiendo sus preocupaciones y desafíos. La empresa también puede designar a un líder o equipo de recursos humanos para manejar las situaciones difíciles y ayudar a los empleados a encontrar soluciones.


Enfatizar la empatía: Las empresas pueden enfatizar la empatía como un valor importante en su cultura empresarial. Esto significa demostrar a los empleados que la empresa se preocupa por su bienestar emocional y está dispuesta a escuchar y entender sus preocupaciones. La empatía puede fomentar una cultura de apoyo y colaboración, lo que ayuda a los empleados a sentirse valorados y conectados con la empresa.


Proporcionar apoyo y recursos para el bienestar emocional: Las empresas pueden proporcionar recursos y apoyo para ayudar a los empleados a manejar el estrés, la ansiedad y otros problemas emocionales. Esto puede incluir programas de asesoramiento, sesiones de meditación, programas de ejercicio y otros recursos de bienestar emocional. Los empleados que se sienten apoyados y cuidados por la empresa son más propensos a tener una actitud positiva y saludable.