Cómo aprendí sobre la importancia de la inteligencia emocional dentro de la industria de negocios y tecnología.

Tengo 25 años, hablo cuatro idiomas, estudié la primaria, secundaria y preparatoria en una de las mejores escuelas de la Ciudad de México. Antes de empezar la carrera profesional yo tenía la posibilidad de estudiar en el extranjero o en México. Al final, opté por estudiar Creación y Desarrollo de Empresas en el Tecnológico de Monterrey, ya que parecía ofrecer la combinación ideal entre mercadotecnia, finanzas, administración e ingeniería industrial.
Acabé la carrera en 2015, tras cinco años de cursar materias de relleno que sigo sin entender por qué tenía que llevar. La mayoría de mis maestros se había dedicado a la academia toda su vida con poco “trabajo en campo”, aspecto que para mí no tenía sentido en una carrera como la mía. El ser (o aspirar a ser) emprendedor requiere, forzosamente, de acciones reales puestas en práctica, cuestión que en la mayoría de los casos de mis maestros no era una realidad.
Al terminar mi carrera me quedé con un sabor agridulce. Por un lado me sentía agradecido por haber conocido a gente increíble, por haber tenido la oportunidad de estudiar — y no sólo de estudiar, sino de hacerlo en una universidad privada con enormes recursos. Pero por el otro, sentía que aún no estaba preparado para emprender. Esto, por supuesto, con sus matices. No atribuyo todo a mi experiencia (o falta de experiencias) en el ITESM; influyen mi personalidad adversa al riesgo, mi capacidad de entender que aún me faltan ciertas enseñanzas necesarias para que el miedo al fracaso no sea una manifestación tangible, sino una comprensión sobre el propio sesgo que yo me creo.
Lo que sí atribuyo a mi experiencia en el Tec de Monterrey es la falta de comprensión sobre la importancia de impartir y desarrollar soft skills. Nos guste o no, los negocios y el emprendimiento son disciplinas 100% humanas, relacionadas a nuestra experiencia en este mundo. Por lo mismo, el desarrollar las “habilidades suaves” (#válgamelatraducción) es ultra mega fundamental para potencializar la capacidad de uno y de aquéllos que nos rodean. Hago énfasis en mi histriónica expresión “ultra mega fundamental”, porque este aspecto ahora no puede ser más claro.
Antes de entrar al detalle, es importante mencionar que desde los 21 años he tenido una relación trabajo-estudio como parte de mi día a día, ya que en mi carrera trabajé desde tercer semestre.

Ahora sí, ¿Por qué entrar a Collective Academy es la mejor decisión que he tomado?

Porque dentro de la oferta académica que existe, no sólo en México, sino el mundo, son contadas las instituciones que entienden la importancia del desarrollo de habilidades emocionales — del poder que se adquiere al conocerlas y manejarlas con inteligencia racional.
El primer mes de la maestría comenzó con *Learning How to Learn *y *The Science of Everyday Thinking *como materia consecuente. Fue ahí donde pude observar y empatizar con los fundadores de mi querida Collective Academy, y entender su visión. Una visión que es proveer a la gente con el poder de entenderse a uno mismo y a los demás, es en todo el sentido de la expresión una reconexión con uno y su entorno, consciencia en su definición más clara.
Y sí, consciencia es lo que este programa despierta en mí, porque además de las materias que desarrollan las habilidades emocionales, existen las que desarrollan las habilidades técnicas: Marketing, Operaciones, Estrategia, Programación, etc., y todas (de verdad todas) son impartidas por gente que nunca había pensado en la academia como su principal área de desarrollo, sino profesionistas y lo más importante es que tienen el deseo de compartir su conocimiento y experiencia. Es aquí donde encuentro la congruencia de querer ser la mejor institución académica de negocios y tecnología.

Cuando platico con mis amigos y conocidos, así me refiero a ella: “Ésta es una maestría para los ‘rifados’. Para los que saben que quieren más de sí y la comodidad les presenta una incomodidad.”

Mi miedo inicial era la incertidumbre de no saber cómo iba a poder acomodar mi vida de tal forma que tres noches a la semana de 6pm a 10.30pm pudiera cuadrar: trabajo, estudios y vida social. Hoy ese miedo se convirtió en una fortaleza; ahora soy más organizado. Por la necesidad de tiempo, optimicé mis actividades dentro de mi trabajo, para que todo me dé los resultados exigidos. Frecuento a mis amigos en los espacios que yo decido y no sólo “por tener una vida social”.
Aún falta un semestre por recorrer, pero hoy sé que ésta es la mejor decisión que he tomado. Siempre estaré agradecido con Pato y Fernando por su enorme visión; y con todos y cada uno de mis mentores que son al día de hoy las influencias profesionales más importantes que he tenido. Lo mejor de todo es que sé que tanto para mí como para Collective, esta decisión es sólo el inicio. Gracias Collective Academy por el empoderamiento.
Jean Ausina es Director de Marketing en Dream Water, una empresas de e-commerce que vende la primer bebida que ayuda al relajamiento y al buen dormir, y alumno de la Generación Fundadora de Collective Academy.