Cómo ser un director exitoso

Mucho se ha escrito sobre el director de empresa, pero dentro del universo de ideas que se han externado sobre el tema, debemos rescatar algunas que son críticas:

La dirección es una función, no un puesto.

Tiene que ver con conducir a un grupo de personas a un objetivo determinado. El objetivo debe coincidir en tres niveles: en el de la organización, en el del líder de la organización y en el de los individuos que la conforman.

Dirigir implica diagnosticar, decidir qué hacer y hacer que suceda.

Elaborar un diagnóstico con base en la información y análisis, conocimientos y experiencias y así decidir: ¿qué opciones hay?, y, ¿cuál de éstas tomar?, y así llevarla a cabo. El director va siguiendo estos pasos, siempre con la mira puesta en alto y pendiente de la situación actual.

Hay que dirigir, no resolver problemas.

El director se puede enfrentar a una serie de problemas que ponen en “peligro de muerte” a la empresa; sin embargo, debe ir más allá de los problemas y, al irlos resolviendo, cimentar una organización más firme y más sólida de cara al futuro.

Finalmente, dirigir implica asumir tres roles distintos, como:

  1. Estratega.
  2. Constructor de organizaciones.
  3. Operador.
Un buen director asume siempre esos roles. Es el estratega de la organización que define a dónde hay que llegar, cómo se va a llegar ahí y con qué recursos se logrará alcanzar esa meta. Va “construyendo” la organización, consiguiendo (y asignando) recursos, “creando” la cultura de la empresa y, sobre todo, va logrando que la empresa desarrolle capacidades que le permitan alcanzar los objetivos que se propuso. Un buen operador da seguimiento a las actividades necesarias para llevar a cabo la estrategia y construir la organización.