Los rituales atraviesan toda nuestra vida: celebrar un cumpleaños, la Navidad, salir los fines de semana a jugar un partido de fútbol o reservar los viernes para ver una película y comer pizza. Estas prácticas recurrentes ayudan a crear un sentido de dominio sobre el mundo y a sentirnos parte de algo más grande. En palabras de Michael Norton, los rituales son poderosos y nos ayudan a “cambiar nuestros estados emocionales, a calmarnos, a animarnos y a conectar con otros”

Norton es el autor del libro ‘The Ritual Effect: From Habit to Ritual, Harness the Surprising Power of Everyday Actions’, en el que muestra por qué los rituales son transversales para nuestra seguridad psicológica y para mejorar nuestra motivación. Por esto mismo, los rituales en ambientes de trabajo ayuda a conectar con la visión de la empresa y da propósito al quehacer de cada trabajador dentro de la organización. 

Esto es más importante que nunca, pues una encuesta de Gallup en 2023 mostró que, al menos en Estados Unidos, los empleados están menos satisfechos con su rol y sienten más improbable que alguien en sus oficinas se preocupe por ellos que en 2019. 

De acuerdo con Norton, incluso los equipos con rituales simples como sentarse a tomar café un día a la semana o hablar de sus planes para el fin de semana antes de comenzar con el tema laboral antes de las reuniones, reportan más sentido y significado en su trabajo.

Además, “los empleados que se vinculan con estos rituales también tienden a hacer un esfuerzo adicional por la compañía, mostrando mejor ‘ciudadanía organizacional’ al hacer cosas como quedarse hasta tarde en el trabajo o ayudar a un colega”, explica la periodista Kristen Senz.

¿Qué es un ritual?

Norton define los rituales como “un activador que te aseguras de hacer frecuentemente, repetido en el tiempo, y es algo que haces porque tienen significado para ti”.

Aunque esto puede sonar parecido a un hábito, los rituales se distinguen de estos porque, inconscientemente, los humanos le otorgamos más significado al ritual. Para probarlo, Norton propone un experimento: pensar en lavarse los dientes y ducharse en la mañana y reflexionar si se sentiría raro cambiar el orden que haces estas acciones. Si el orden no importa, probablemente se trata de un hábito, pero si no puedes concebir hacerlo en un orden distinto, posiblemente se trata de un ritual. 

En Walmart, por ejemplo, acostumbran a cantar una arenga de motivación todas las mañanas en equipo. Y aunque para muchas personas esto puede provocar vergüenza ajena, estas prácticas recurrentes pueden incrementar el sentido y propósito de los empleados hasta en 16%, como mostró una investigación hecha por la Harvard Business School (HBS).

Los rituales, además, tienen un elemento físico, una palabra o una serie de acciones, mientras que los rituales grupales tienen un elemento de comunión. “El elemento psicológico es de donde sale este sentimiento simbólico. Se siente bien hacer esto de la forma específica en que lo hacemos. Y si no lo hacemos de esa manera, podemos sentirnos un poco incómodos”, añade Norton. 

Aún cuando muchos trabajadores eviten participar (y esto es algo que pasará seguramente) los rituales son efectivos. “Incluso si consideran que es algo ridículo, con el tiempo puede comenzar a significar algo para ellos y, por lo tanto, sentirse distinto sobre sus colegas y su trabajo”, explica Norton. 

Tres beneficios claros

La autora y consultora de desempeño para empresas Erica Keswin identificó los tres principales beneficios de tener rituales en el trabajo con base en la experiencia de la firma de comunicaciones internacional Weber Shandwick. La empresa creó un ritual mensual entre sus empleados llamado ‘Tiempo de conectar’, donde los empleados podían hablar libremente de sus sentimientos para tramitar a través del diálogo eventos traumáticos. Este espació le permitió  identificar tres beneficios principales de tener rituales en el trabajo:

Seguridad psicológica: Los rituales permiten sentirse parte de algo y ser escuchados, aunque es importante que los líderes se muestren involucrados y partícipes del ritual. 

Propósito: Los rituales son una oportunidad perfecta para incorporar los valores de la compañía de forma clara, procesable y con amplia distribución. 

Compromiso: De acuerdo con la experiencia de Weber Shandwick, uno de los mayores impactos en el negocio de un ritual que utilizan es el compromiso de los empleados. Además, investigaciones han mostrado que la creación de comunidad, el sentimiento de ciudad y la solidaridad están íntimamente vinculados a la retención de trabajadores. 

Cómo crear rituales en el trabajo

Crear un ritual no es tan sencillo como inventarse una actividad y obligar a los empleados a participar en ella. Para que los rituales funcionen es importante entender a los trabajadores, en qué tiempos funcionan y cómo trabajan. Por eso, Norton recomienda tener presente estos tres pasos:

  1. Observa qué está haciendo el equipo. Norton sugiere percibir cómo comienzan las reuniones, ver al equipo como si fueras desconocido, entender las normas implícitas entre las personas y transformarlas en rituales. 
  2. Mantén el ritual enfocado en los empleados y busca formas en las que ellos creen sus propios rituales de equipo. Piensa, pregunta y observa ¿qué les gusta hacer juntos?
  3. Ofrece recursos. Si, por ejemplo, el equipo tiende a almorzar juntos un día a la semana, el empleador puede pensar en dar algo de dinero para que el equipo lo haga regularmente. Un consejo, puede ser mejor si su líder no va con el grupo.

Haz una hoja de ruta

Aunque estos tres consejos pueden fomentar ideas novedosas para crear rituales con un equipo ya establecido, la científica de cultura laboral Jessica Kriegel cree que estas prácticas deben incorporarse transversalmente desde el momento de reclutar nuevo personal. Para lograrlo, cree importante pensar en una hoja de ruta, que puede verse así:

Reclutamiento: Como entrevistador, considera enviar un email a los candidatos resumiendo en bullets lo que le gustó de la entrevista a todos los postulantes. 

Incorporación y orientación: Un ritual puede ser llevar a cualquier nuevo empleado a un almuerzo de celebración con su equipo y líder durante la primera semana. También puede ser enviar un pequeño detalle. 

Retroalimentación constante: Esto suele ser una práctica común en las organizaciones. Sin embargo, para convertirla en un ritual, se puede volver obligatoria con un detonante establecido. “Por ejemplo, al fallar una meta, es tiempo de una ronda de retroalimentación en la que todos los niveles del equipo participen”. 

Estos son algunos ejemplos, pero según Kriegel, todos los procesos y prácticas constantes pueden volverse rituales: las entrevistas anuales de desempeño o los aniversarios también son la oportunidad para fortalecer los vínculos entre los empleados y la organización.

Aún así, los rituales por sí solos no son milagrosos. En palabras de Norton: “No es que hagamos rituales  luego, mágicamente, nos gustará trabajar hasta tarde ese día. Sino que, con el tiempo, los rituales en sí mismos se vuelven significativos para nosotros -un sentido de ‘así es como hacemos las cosas acá’-. Ese significado luego se vincula a encontrar más sentido al trabajo que hacemos”.