La estrategia y la táctica pueden parecer similares, pero son conceptos diferentes. De acuerdo con el profesor emérito de la Rotman School of Management de la Universidad de Toronto, Roger Martin, la estrategia es un juego de elecciones integradoras que ubicas en un determinado campo de tal forma que te permita ganar. Esto aplica tanto para los negocios, donde el sinónimo de ganar sería “crear valor”, como en cualquier juego de mesa, donde debes vencer a tus rivales.

Si lo pensamos una vez más como un juego de mesa, la estrategia será la manera que utilizarás para ganar, teniendo en cuenta las reglas del juego y tus rivales; mientras que la táctica serán los pasos o acciones específicas que te ayudarán a mantenerte dentro de la estrategia. Por eso, intuitivamente se suele diferenciar a los tipos de trabajadores entre “estratégicos” o “tácticos”

Así, mientras que los trabajadores tácticos son necesarios y deseados como miembros de un equipo, las personas con un pensamiento estratégico son piezas fundamentales en cualquier empresa, pues son los responsables de hacer análisis, resolver problemas, tomar decisiones y liderar en medio del cambio. Por eso, suelen ser apetecidos para cargos de toma de decisión, gerencia y liderazgo. 

Pero el pensamiento estratégico no es una habilidad fácil de cultivar. De hecho, es una habilidad rara y deseada, pues aunque requiere agilidad y decisión al momento de escoger un plan y apegarse a este, “también debes estar atento a oportunidades nuevas y más prometedoras. Es un acto de malabarismo entre la consistencia y la flexibilidad”, como explica el Center for Management & Organization Effectiveness.

¿Qué caracteriza a un pensador estratégico?

Los pensadores estratégicos se pueden reconocer por sus comportamientos. Por eso, 

Brenda Steinberg, coach y consultora de liderazgo y Michael Watkins, profesor de liderazgo y cambio organizacional del International Institute for Management Development, listaron las principales características de las personas que son consideradas estrategas.

De acuerdo con los expertos, estas son algunas de sus características, que pueden ayudar también a que los demás te perciban como un pensador más estratégico que técnico:

  • Ven las situaciones en contexto y a futuro: En lugar de enfocarse en los detalles específicos de las situaciones (un pensamiento más vinculado a la táctica), las personas que piensan estratégicamente pueden explicar cómo estos detalles encajan en el panorama y misión de la empresa o frente al contexto de la industria. Esto también significa pensar en estrategias a largo plazo que ayuden a cumplir los objetivos.

  • Están informados: La información es poder y por lo tanto, un trabajador informado puede dar cuenta de la razón detrás de movimientos en la industria o decisiones de los clientes. Para Steinberg y Watkins, los pensadores estratégicos tienen un proceso de pensamiento integrador y holístico que les permite conectar los puntos sobre un tema. Acercarse al pensamiento de esta manera también les permite proyectar, anticipar o resaltar los posibles resultados y consecuencias de las decisiones que se tomen. 

  • Dialogan, escuchan y buscan retroalimentación: Estas personas enriquecen la discusión y activan la inteligencia grupal del equipo. Esto significa fomentar un diálogo que genere discusiones y permita construir a partir de lo que dicen los demás. Además, los estrategas siempre buscan retroalimentación y sugerencias sobre sus decisiones y planteamientos.

¿Cómo fortalecer el pensamiento estratégico?

El pensamiento estratégico también puede definirse como la capacidad de generar ideas y reflexiones que lleven a una ventaja, de acuerdo con Rich Horwath, fundador y CEO del Strategic Thinking Institute. 

“La perspicacia, distribución y la acción -la habilidad de pensar, planear y hacer- es lo que separa a los pensadores estratégicos del resto”, sostiene Horwath. De hecho, el experto ha identificado que estos comportamientos pueden aprenderse y aplicarse para crear un valor superior. ¿De qué manera?

 Perspicacia 

“Tu habilidad para entender una situación, generar nuevas ideas para avanzar del estado presente al futuro deseado y resolver retos para crear nuevo valor”, dice Horwath. Para él, la perspicacia tiene tres componentes:

  • Conciencia del contexto: esto es lo que te permite ver el escenario completo. Entender tanto la situación interna (cultura, propósito, procesos, etc) y la situación externa (tendencias del mercado, comportamiento de clientes), ayuda a organizar los recursos para alcanzar los objetivos.
  • Insight: Este concepto intraducible del inglés supone una mezcla entre perspicacia y agudeza y se refiere a la habilidad de generar aprendizajes basados en la conciencia del contexto. Esto implica tener la curiosidad de reflexionar sobre las propias ideas y la disciplina para registrarlas, categorizarlas y compartirlas.
  • Innovación: Esta es la parte en que enfocas la conciencia del contexto con tus ideas e insights para crear nuevo valor que supere un reto o resuelva un problema.

Algunas preguntas que pueden ayudar a estar atento a la perspicacia, de acuerdo con Horwath, pueden ser: ¿Regularmente reviso la actual situación de la empresa, desde sus perspectivas internas y externas? ¿Cuando resuelvo problemas me apego a lo conocido o busco nuevas aproximaciones?

Distribución

Esto tiene que ver con la manera como se planea. Un pensador estratégico plantea metas, distribuye y reconoce los riesgos y ganancias al momento de tomar decisiones. El lugar y momento en los que inviertes tus recursos de tiempo, talento, y capital puede afinarse prestando atención a:

  • Habilidad para concentrar recursos: Sin disciplina, los recursos pueden dispersarse demasiado en muchas áreas y no tener ningún impacto para cumplir tus metas. Un pensamiento estratégico implica la habilidad para concentrar estos recursos, tener coraje para hacer intercambios y voluntad para que el uso de los recursos esté alineado con los objetivos.
  • Toma de decisiones: No basta con las opciones más evidentes, sino que los estrategas generan y analizan un rango de alternativas viables, evalúan sus pros y contras y el nivel de riesgo que es aceptable tomar.
  • Ventaja competitiva: Esta es la consecuencia de enfocar recursos y tomar decisiones adecuadas, pues es lo crea un valor adicional para los clientes con respecto a los otros competidores. Esta ventaja no se gana una vez y ya, sino que toca buscarla continuamente.

Algunas preguntas que te pueden guíar: ¿Activamente uso los recursos de las áreas con peor rendimiento en otras con mayor potencial? ¿Cómo me comparo frente a la competencia?

Acción

Preparar una estrategia de negocio es solo el primer paso, porque la forma como se implementa será lo que determine su éxito. Actuar también implica colaborar con otros, ejecutar y mejorar el desempeño personal.

  • Colaboración: colaborar con otras personas para buscar un mismo objetivo requiere excelentes habilidades de comunicación verbal, visual y escrita. Esto significa poder escuchar sin juzgar, pues permite acercarte al problema con una mente abierta y con nuevos caminos que analizar.
  • Ejecución: similar a la concentración de recursos, la ejecución, sin embargo, se basa en utilizar disciplinadamente lo que tienes a tu alcance. “Requiere concentración y disciplina para combatir el flujo constante de interrupciones, ruido y objetivos brillantes que pueden llevarte a desviarte de la ruta”, explica. Puede percibirse, también, como una habilidad táctica.
  • Desempeño personal: Debes ser el mejor administrador de tu propio tiempo, energía y mentalidad para buscar los resultados que deseas. 

Algunas preguntas que pueden servir a reflexionar sobre la acción para el pensamiento estratégico: Cuando es el momento de implementar una estrategia, ¿qué tan preparado estoy para la acción? ¿Me desvío fácilmente por obstáculos en el camino?