El burnout es un padecimiento que provoca síntomas psicológicos y físicos provocados por estrés crónico y constante relacionado con los espacios o las tareas laborales. Aunque no es una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud, esta entidad sí lo declaró como una condición de salud en 2019. Además, varias investigaciones han mostrado que este síndrome se incrementó considerablemente tras la pandemia.
De acuerdo con una reciente encuesta de Gallup, el 44% de los trabajadores en el mundo dicen sentir estrés debido a los eventos del día anterior. Y según el Reporte de tendencias globales 2024 hecho por Mercer, un 82% de los trabajadores está en riesgo de sufrir burnout. Incluso, según identificó la encuesta de Top Workplace que reconoce a buenos empleadores, el burnout entre cargos de liderazgo y ejecutivos será uno de los mayores retos de 2025.
Más que ser datos anecdóticos sobre el impacto de esta condición en el ambiente laboral actual, como ya hemos explicado en un texto previo, el agotamiento crónico no solo afecta la salud de los trabajadores, sino que también es un mal negocio para las personas que lo sufren, pues afecta directamente sus ganancias.
Ahora, una nueva investigación ha mostrado que el burnout puede acarrear costos de varios millones de dólares para las empresas.
La carga económica
De acuerdo con una investigación publicada en la American Journal of Preventive Medicine, además del peso físico y psicológico para los trabajadores, el burnout puede implicar a las empresas entre 4.000 y 21.000 dólares por empleado anualmente.
Utilizando un modelo computacional desarrollado por el equipo de investigación en Informática y computación de salud pública de la Universidad CUNY, los investigadores estimaron cuánto cuesta un empleado a lo largo del tiempo y en distintas etapas de arraigo con la empresa, desde compromiso activo, pasando por sentirse desmotivado y llegando al burnout.
El modelo analiza estas variables basado en factores de estrés comunes en los espacios de trabajo, como la carga laboral, problemas con los compañeros, situaciones de injusticia y no ser valorado; así como otros factores personales, como la familia, las finanzas o la salud. El modelo compara, incluso, cuánto cuestan los trabajadores freelance y quienes tienen un salario.
De esta manera, los investigadores encontraron que el burnout cuesta distinto según el rol del trabajador afectado, pero en empresas de alrededor de mil empleados, se estima que este problema puede implicar un costo anual de 5.04 millones de dólares.
Adicionalmente, el burnout no solo cuesta económicamente, sino que los empleados que lo padecen pueden disminuir la productividad de la empresa, pues suelen ausentarse más. Este estudio también mostró que los empleados desvinculados del propósito de la empresa y con burnout, pueden representar entre 3.3 y 17 veces más de lo que cuesta entrenar a un nuevo trabajador.
Incluso, un informe de la Sociedad para la Gerencia de Recursos Humanos mostró que los empleados en esta situación tienden a buscar activamente otro trabajo tres veces más que otros trabajadores.
Además, un reciente estudio hecho en Suiza, evidenció que “el burnout tiene un efecto negativo, sustancial y persistente en los ingresos de los trabajadores”. En gran medida esto se debe a las ausencias por enfermedad, que pueden implicar una reducción de entre el 12 al 15% en ingresos anuales.
Por todo esto, cuidar la salud laboral de los trabajadores es un buen negocio tanto para estos como para las organizaciones.
Un problema grave, pero ignorado
“Los líderes organizacionales deben considerar cómo sus culturas de trabajo y programas de beneficios cobijan al 60% de empleados que lidian con el burnout en silencio”, sostuvo la coautora de la investigación Molly Kern, profesora universitaria.
Si bien existen programas para manejar el burnout, como el asesoramiento, la terapia cognitiva-comportamental o el afrontamiento adaptativo, estas solo serán eficientes si se implementan a largo plazo y de manera transversal en toda la organización, algo que los empleadores no parecen dispuestos a hacer.
“El precio de estos programas pueden disuadir a los empleadores para priorizarlos o implementarlos, a menos de que conozcan el precio monetario y para la salud que acarrea el burnout para las empresas”, sostiene la investigación.
El informe sobre tendencias del capital humano de 2025 de Deloitte mostró que casi la mitad de los empleados se sienten aburridos con tareas que no tienen propósito. El estudio también revela que las empresas no son buenas para simplificar el trabajo pero, sobre todo, que aunque el 82% de los empleadores saben que es importante liberar cargas y tiempo de sus empleados, solo 8% afirma haber hecho algo al respecto.
“La mayoría de organizaciones solo se lo tomarán en serio si caen sus ventas, pero el burnout debe tomarse seriamente porque está afectando sus ganancias”, sostiene Bruce Y. Lee, coautor de la investigación.
Para lograr esto, sostienen desde Forbes, son necesarias soluciones sistémicas y holísticas, que no solo contemplen los retos de salud mental que enfrentan los gerentes, sino la fatiga laboral o problemas relacionados con género. Así, sugieren dos cursos de acción.
Abraza métricas de bienestar vanguardistas
Para evitar esto, sugieren revisiones periódicas de bienestar que ayude a identificar señales de alerta tempranas antes de que el síndrome escale. Un primer paso muy sencillo es hacer a los empleados encuestas sistemáticas especialmente pensadas en este tema. Desde Forbes también recomiendan aprovechar la tecnología de medición de datos de salud para detectar indicadores de burnout. “Muchos empleados ya están usando dispositivos para medir la salud, por qué no enseñarles sobre métricas claves que se correlacionan con el estrés y la fatiga”, sugieren.
Implementa ciclos de trabajo y recuperación
Así como los atletas entrenan en ciclos de alta intensidad y luego espacios de recuperación para mejorar el desempeño y prevenir lesiones, las organizaciones podrían tener un principio similar. Esto no significa simplemente evadir el trabajo difícil, “significa estructurar las cargas laborales para prevenir el agotamiento crónico sin un punto final. Descansos mentales, detox tecnológicos y tiempos de recuperación estructurados deberían priorizarse”.
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Más que una simple condición laboral, lo que revela esta nueva investigación es que el burnout acarrea un gasto escondido masivo para las organizaciones. Sin embargo, no es un gasto obligatorio y, si las empresas están dispuestas a implementar estrategias transversales a largo plazo, que ofrezcan a los empleados lo que necesitan para sentirse motivados, es posible prevenir estos costos.